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sábado, 16 de octubre de 2010

Noreste, con su historia a cuestas.

Índice de marginación por municipios

Fin de Semana, aprovecho la tarde para la lectura. Tomo el libro 'Radiografía de un Presidente' (1988) de Rafael Loret de Mola —periodista cuya actitud crítica frente al poder es legendaria—. Un párrafo llama mi atención: "...Sería conveniente que los ex [mandatarios] recorrieran los mismos caminos de sus campañas para contemplar sus realizaciones ... quizá entonces podrían encontrarse, en Doctor Mora, Guanajuato, con Antonio, un sesentón que atiende un productivo negocio apto para los turistas: engulle pollos vivos, pasados con dos litros de pulque, a la vista de quien es capaz de pagarle diez mil pesos por cada exhibición. - El hambre me orilló a robarme los pollitos. Y aprendí a comérmelos vivos. Después me acostumbré y ahora hasta cobro". Mi primera reacción es de incredulidad, aunque no dura mucho. Aún hoy, Doctor Mora está entre los municipios más pobres del estado. En todo caso, más allá de lo anecdótico, ahora estamos en posibilidad de explorar más hondamente la cuestión, ¿Cuál es la realidad de la pobreza a más de tres décadas del suceso que narra Loret de Mola?, ¿Qué nos dicen los estudios sociales y económicos al respecto?.

El último estudio municipal del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ofrece datos bastante reveladores sobre los 2454 municipios que conforman la república. Uno de ellos, el Índice de Desarrollo Humano (IDH) refleja  las opciones que tiene un ser humano para ser o hacer lo que desea en su vida. A mayor cantidad de opciones, mayor desarrollo humano; a menor cantidad de opciones, menor desarrollo humano, de tal suerte que ese sencillo número nos permite inferir la calidad de vida de un ser humano en el medio en que se desenvuelve. Doctor Mora ocupa el lugar 1761 en cuanto a IDH, es decir, por debajo del 70 % de los municipios de la república. Con una calificación aún menor tenemos a Jerécuaro, Victoria, Xichú, Tierra Blanca, Santa Catarina, y en el lugar 2037, a Atarjea (por debajo del 85 % del total).

Con excepción de Jerécuaro, los municipios con menor calidad de vida en Guanajuato son los que se encuentran en el noreste del estado. Las condiciones – siempre basándonos en el IDH - no son muy distintas de aquellas que imperan en los pueblos de la Sierra Madre Occidental de Guerrero, de constante agitación insurgente, o de aquellos perdidos en la sierra sur de Oaxaca, donde la zona triqui ha entrado en efervescencia. Con un porcentaje promedio de analfabetismo del 25%, tenemos a una cuarta parte de nuestros adultos sin saber leer ni escribir, muy por encima del 12% estatal. Sólo una tercera parte de nuestros ciudadanos ha concluido la educación básica. Las estadísticas no sorprenden a quienes vivimos la realidad del noreste, pero siempre es duro enfrentar la frialdad de los números. A pesar de los esfuerzos realizados desde los diversos niveles de gobierno por combatir el rezago y la pobreza, la realidad hoy por hoy es que el noreste es la zona más atrasada en cuanto a desarrollo económico y por ende, la más marginada. El avance en las comunicaciones es palpable, los caminos se abren paso, los teléfonos satelitales en la sierra se multiplican, el Internet está presente en todas las cabeceras, los programas asistenciales de todos los órdenes llegan a más gentes, las ONG’s trabajan incansables y muchos mejoran su estándar de vida, sin embargo, en la comparativa con el resto, al medirnos frente a los demás, nos quedamos cortos. 

Sin duda, necesitamos un enfoque integral de combate a la marginación, que lleve de la mano de los programas asistenciales, un enorme esfuerzo educativo de las nuevas generaciones y un desarrollo de la industria que utilice los recursos humanos así formados y palie el alto grado de emigración. Se dice fácil, pero el trabajo es arduo. La meta es clara, pero los métodos no tanto. Es el cómo, la manera de hacerlo, lo que genera debate y pone a prueba a autoridades, funcionarios y expertos de todo nivel para encontrar los mecanismos más adecuados dadas las restricciones económicas, sociales y temporales del problema. Sin duda, toda solución razonable debe partir de un análisis serio y objetivo. Los programas ahí están, los avances también, pero ¿son suficientes?, ¿son adecuados?, ¿van en la dirección deseada?, ¿se pueden  mejorar?, ¿qué otras opciones tenemos?, ¿podemos decir con certeza - el día de hoy - que no tenemos a una persona apenas sobreviviendo en algún lugar de Guanajuato?. El debate está abierto, hagamos oír nuestra voz. 

Referencias

Radiografía de un presidente. Loret de Mola Vadillo, Rafael. 1988. (P. 47).
Índice de desarrollo humano municipal en México. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). 2008.