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domingo, 22 de enero de 2012

De Príncipes y Asesinos

 ...nunca sabe nadie (...) si un día no serán cinco cuartas de buen acero más provechosas que todos los papeles y todos los escribanos y todos los sellos reales del mundo.

—Diego Alatriste y Tenorio.



El 26 de diciembre de 1476, Galeazo María Sforza, duque de Milán, caía bajo la daga de sus asesinos en pleno Ángelus en San Stéfano. Su asesinato desencadenaba una ola de sucesos que ponía en riesgo la frágil estabilidad de los numerosos estados de la península itálica, la misma que veía un Renacimiento de las artes y de las ciencias tras un milenio de obscurantismo. 

Y es que así era la política del Cinquecento, de diplomacia  refinada y de ataques bestiales. Donde a la par de la cortesía, la educación y las buenas maneras, actuaban el soborno, la amenaza y la coerción. Una política hecha por cortesanos, embajadores y cancilleres en el escenario, secundada por espías, mercenarios y asesinos tras bambalinas.

Y es quizá en Florencia –sólo después de El Vaticano– donde mejor se aprecian tales facetas, opuestas pero complementarias, del actuar político del siglo XV. Un año después de los sucesos de Milán, una conjura similar se fragua para terminar con el control hegemónico de una familia en Florencia. El 26 de abril de 1478, Lorenzo, El Magnífico y Giuliano –herederos de la fortuna Médicis– son emboscados en la Catedral de Santa María del Fiore. Tras recibir 19 estocadas Giuliano cae muerto frente al altar. Lorenzo se hace fuerte en la sacristía y logra salvar la vida. La conspiración ha fallado y los implicados tiemblan. Saben que la venganza del mayor de los Médicis será terrible.

Lorenzo toma control personal de la persecución de los conspiradores. Ese mismo día, los dos sacerdotes que apuñalaron a Giuliano son colgados de los ventanales del Palacio de la Señoría. El arzobispo de Pisa, capturado al querer tomar el edificio de gobierno, sigue los pasos de sus subordinados. El mayor adversario comercial de los Médicis, el patriarca de los Pazzi, implicado en el pago a los asesinos, es linchado y su cadáver exhibido en la plaza. Toda la familia Pazzi es exiliada y sus bienes incautados. A partir de ese día, el complot será conocido como La Conspiración Pazzi. Sólo uno de los sicarios logra retrasar su final al escapar a Constantinopla, pero hasta allá lo alcanza el largo brazo de El Magnífico, que lo lleva de vuelta a Florencia para morir ahorcado de los ventanales del Palazzo. Un joven pintor e ingeniero, protegido de los Médicis, Leonardo da Vinci, atraído por el singular espectáculo, elabora un boceto rápido del cadáver colgante.

Todos los asesinos han pagado, con su vida y sus bienes, el lance contra los Médicis, pero Lorenzo no es ingenuo y sabe que tras los títeres alguien mueve los hilos. Toda su vida la dedicará a averiguar y castigar a los cerebros del temerario intento. Y es sólo su muerte en 1492, catorce años después de los hechos, la que logra detener su cruel venganza.

Tiempo después, Nicolás Maquiavelo, un joven florentino que a los nueve años vivió los días de persecuciones y ajusticiamientos de la conspiración Pazzi, y que quizá a raíz de tan sangrientos sucesos vuelca su atención en el estudio de la política, pasa a formar parte del gobierno de Florencia, donde acumula una basta experiencia sobre la naturaleza humana y los usos y costumbres de los hombres del poder que luego ordena, analiza y vuelca en obras como 'Los discursos sobre las décadas de Tito Livio' y su más famosa, 'Sobre los Principados', mejor conocida como 'El Príncipe'.

Cinco siglos han transcurrido y con la serenidad que otorga la distancia, sólo podemos sorprendernos por la talla y el contraste de las figuras que convivieron en ese punto específico del tiempo y el espacio que es la Florencia de finales del siglo XV. Y es que en ese Palacio que vio colgar de sus ventanas a más de 60 enemigos de Lorenzo de Médicis, Leonardo da Vinci pasaba sin saludar a Miguel Ángel Buonarrotti, mientras ambos intentaban pintar, en silencio y mirándose de reojo, en el mismo salón y en muros ubicados uno frente al otro. O que decir de la colaboración que como ingeniero prestó da Vinci a Maquiavelo, en el intento de desviar el río Arno para privar a la ciudad de Pisa de su agua. Definitivamente una época vertiginosa, donde tras dormir un milenio, el ingenio del hombre brilló proyectando una luz que hasta hoy nos alcanza, pero que sin embargo, es aún más fabulosa por la complejidad de esa política renacentista que aún en nuestros días inspira a algunos y hace temblar a otros.

Lecturas

El Príncipe. 1513. El clásico de Niccoló Machiavelli sobre la adquisición, manejo y conservación del poder.

Leonardo. 2004. Fascinante trabajo de divulgación sobre la ciencia y el arte del notable florentino Leonardo da Vinci, obra de una reconocida autoridad sobre el tema, el profesor de Oxford, Martin Kemp.

La Conjura. 2006. Ensayo novelado del autor de best sellers Eric Frattini que dibuja la conspiración florentina de los Pazzi, encaminada a lograr un cambio del orden político de Italia tras el asesinato de los Médicis y el control de Florencia.