Páginas

martes, 15 de noviembre de 2011

La senda de nuestra democracia

La calidad de una democracia no depende sólo de sus instrumentos electorales, sino que es directamente proporcional a la calidad de sus partidos y de sus políticos.

– Juan Carlos I de España

La historia del IFE narrada por sus protagonistas.
Para agrandar, dar click en la imagen.

En una cultura política como la mexicana, que no cuenta con una amplia tradición autobiográfica entre aquellos que han ocupado posiciones relevantes en la estructura del poder, es en verdad afortunado que un ámbito de creciente relevancia en nuestra vida ciudadana, como lo es el que rodea al Instituto Federal Electoral (IFE), cuente con testimonios de primera mano de figuras que observaron desde toriles –o capoteando en el ruedo– las acciones y omisiones que le han ido dando forma a nuestras instituciones democráticas. Y es que desde la incorporación de los consejeros ciudadanos en 1994 hasta la reforma electoral de 2007, tenemos relatos puntuales de tres protagonistas que tuvieron el acierto de dejar constancia de sus vivencias en el Instituto. 

El IFE, creado en 1990 tras la controvertida elección de Carlos Salinas de Gortari, incorpora cuatro años después a los Consejeros Ciudadanos. Entre esos primeros representantes de la sociedad civil contamos a figuras como Miguel Ángel Granados Chapa, Santiago Creel y José Agustín Ortiz Pinchetti. Es precisamente este último, quien en sus Reflexiones Privadas, Testimonios Públicos (1997), nos muestra a un IFE que no acaba de cuajar, presidido por el Secretario de Gobernación y donde los consejeros ciudadanos no son mayoría; a través de sus páginas somos testigos de los momentos álgidos por el manejo del padrón y la recién creada credencial para votar con fotografía; la tensión por los asesinatos del candidato Luis Donaldo Colosio y del secretario general del PRI, José Francisco Ruiz Massieu; experimentamos la euforia por el debate entre los candidatos y el posterior desencanto por los resultados de la contienda. Y finalmente, atestiguamos la creación del Grupo San Ángel y la realización del Seminario del Castillo de Chapultepec, que sentó las bases de una reforma mayor en 1997. 

Tras la reforma del 97, el círculo de consejeros es renovado y se elige como Primer Presidente Consejero a José Woldenberg Karakowsky, para un periodo que concluye en 2004. A pesar de su pasado militante en partidos de izquierda, pronto Woldenberg se gana el respeto de tirios y troyanos por su conducción del Instituto y el manejo de las elecciones que permitieron la alternancia en el 2000. Y es justamente él, quien en La Construcción de la Democracia (2002), da cuenta de las lagunas legales que pronto hicieron ver que más que buenas intenciones, era necesario un adecuado marco regulatorio. El destape anticipado de Vicente Fox y la realización de debates que excluían a los partidos pequeños marcaron la contienda con una inequidad hasta entonces nunca vista. Así como la constante impugnación de un padrón electoral en el que la oposición no confiaba o la regulación de las alianzas. Las lagunas en el financiamiento de los partidos y muchas otras más, mostraron que en la práctica, los involucrados luchaban por lograr decisiones a su favor a pesar del claro espíritu antidemocrático de muchas de ellas. 

Tras el mandato de Woldenberg, en 2004, el nuevo cuerpo colegiado pasa a ser presidido por Luis Carlos Ugalde, quien toma posesión para un periodo que originalmente concluiría en 2011. La posterior reforma de 2007 exigiría su renuncia y la renovación escalonada de los consejeros. En su relato Así lo viví (2008), toca a Ugalde narrar las elecciones más controvertidas con las que el IFE haya lidiado. Lo rudo de la contienda, sin reglas claras para situaciones nuevas como la guerra de spots, la intervención de organismos privados y lo cerrado de la votación con un PREP incapaz de otorgar ganador, conforman lo que Ugalde llama la tormenta perfecta. Las recientes declaraciones de Josefina Vázquez Mota en el sentido de que Ugalde le habría confirmado la misma noche del 6 de julio a un ganador, contradiciendo a éste, que niega cualquier contacto con algún partido o candidato hasta el miércoles 9 de julio cuando comienzan los recuentos distritales, hacen ver, que al menos para él, dicha tormenta aún no acaba. Sin embargo también se otorgan datos interesantes e incontrovertibles que muestran la igualdad de la contienda, como el hecho de que haya sido AMLO el candidato con mayor número de spots al aire y el mayor gasto de campaña o la incongruencia de un llamado ante el pueblo de un ¡voto x voto! que sólo pudo formalizar para un 21% de las casillas ante el TEPJF.

Estos relatos, que en ocasiones alcanzan tintes de novela negra, muestran que la construcción de una democracia funcional no ha sido, ni fácil, ni rápida, y menos aún, definitiva. Que los logros, una vez alcanzados, deben ser protegidos, so pena de perderse, y para muestra un botón, la captura del IFE por los partidos políticos vía el nombramiento de los consejeros en el congreso, significa un franco retroceso al espíritu ciudadano y autónomo que se había alcanzado. Y es que no debemos olvidar que la democracia se construye y se defiende día a día, por todos los ciudadanos y que la peor decisión que podemos tomar para la salvaguarda de nuestros derechos, como bien enseña la historia, es dejarla en manos de terceros. 

Referencias
  1. Reflexiones Privadas, Testimonios Públicos. José Agustín Ortíz Pinchetti. 1997.
  2. La Construcción de la Democracia. José Woldenberg Karakowsky. 2002.
  3. Así lo viví. Luis Carlos Ugalde. 2007.