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martes, 23 de abril de 2019

Seguridad Pública (I). Imprecisiones, Urgencias y Paradojas

01. Asesinatos desde 1997
Hace unos cuantos días, varios medios impresos y electrónicos, difundieron que el primer trimestre (el que comprende de enero a marzo) de este 2019 fue el más violento del que se tengan registros (algunos más sensacionalistas afirmaron que de la historia). La noticia se dio a un par de días de que el reconocido periodista Jorge Ramos cuestionara en vivo al mandatario sobre la precisión de las cifras que éste presentaba en materia de seguridad y delitos. Por supuesto, la nota se esgrimió de inmediato en contra del gobierno federal, que lleva ya cuatro meses operando. Sin embargo, al revisar los datos duros, encontramos que hay que hacer, por lo menos, algunas precisiones.
El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública es el encargado de poner a disposición del público, mes con mes, los datos relativos al número de delitos que han sido registrados en el país (bien sea por denuncia o porque se persiguen de oficio). La inseguridad que vivimos es reflejada en números que indican robos, lesiones, secuestros y un largo etcétera de delitos, siendo los homicidios dolosos los que usualmente sirven como referencia al hablar de violencia y criminalidad. Al graficar las cifras de este delito a lo largo del tiempo, vemos el comportamiento que ha tenido desde que se instauró el registro nacional en 1997.

En la figura 1 observamos claramente que de 1997 y hasta 2007 (desde el punto A y hasta el punto B en la gráfica), los homicidios disminuyeron, es decir, desde mediados del gobierno de Ernesto Zedillo, y hasta el inicio de la administración de Felipe Calderón, la tendencia fue a la baja, lo que resultó en que el periodo de Vicente Fox haya sido el más tranquilo del que tengamos registro. Esta tendencia se revirtió cuando en diciembre de 2006 Calderón declarara la 'guerra' al narco y a partir de ahí, y hasta mayo de 2011, —casi el final de su sexenio—, el país vio un incremento muy pronunciado de la violencia criminal. Es en mayo de 2011 cuando se alcanza un pico en el número de ejecuciones, ese mes se reportaron más de 2100 asesinatos en el país (punto C). A un año de las elecciones presidenciales de 2012, la violencia comenzó a disminuir y mantuvo esta tendencia a la baja, incluso tras el cambio de gobierno. En julio de 2014, ya entrado el sexenio de Enrique Peña Nieto, el número de homicidios llegaba a un mínimo de 1200 (punto D), un nivel comparable al que existía cuando Vicente Fox asumió el poder 14 años antes. Parecía que se llegaba nuevamente a una etapa de baja violencia, sin embargo, a partir de ahí, revivió la pesadilla, pues se recrudeció la tasa de homicidios a un ritmo aún mayor que en la administración de Calderón, no volvería a bajar en todo el sexenio de Peña Nieto y alcanzaría cotas mucho más altas, aún sin superar.

Las Imprecisiones

Y llegamos al meollo del asunto. El máximo de asesinatos, desde que se tienen registros, se presenta en la recta final de Peña Nieto, en julio de 2018 (punto E), cuando se reportaron más de 3058 homicidios dolosos, y sigue sin ser rebasado. A partir de ahí, ha estado disminuyendo ligeramente. Nunca lo suficiente. Las notas periodísticas que se han presentado en estos días hablan del agregado trimestral (La presentación de datos trimestrales es una construcción meramente artificiosa, ya que los datos oficiales se presentan de forma mensual, lo cual permite mayor claridad. Desde el punto de vista de los delitos, la presentación trimestral no aporta en realidad nada), pues bien, si graficamos por trimestres observamos el mismo comportamiento. En la gráfica 2, el punto más violento es el correspondiente al tercer trimestre (julio a septiembre) de 2018, con 9222 homicidios dolosos. En contrapartida, este primer trimestre de 2019 reporta 500 víctimas menos (punto F).

02. Homicidios por trimestre desde 1997
La afirmación que hicieron todos esos medios, impresos y electrónicos, es por tanto falsa. Más aún, la cifra que reportaron para este primer trimestre de 2019 es errónea, pues casi todos refieren 8,737, cuando los datos oficiales marcan 8,718. El error que todos compartieron se debe a que proceden de la misma fuente, ésta realizó erróneamente las sumas que presenta la dependencia oficial y que vienen separadas por estados. Luego se equivocó al comparar contra el registro histórico, ya que simplemente pasó por alto el dato de 6 meses atrás. Esto nos habla también de un problema grave en la labor periodística. Los medios no destinan poder humano a buscar, analizar y digerir los sucesos, sino que se conforman con sindicarse y compartir la información, ahorrándose así algunos pesos por concepto de salarios, pero dejando atrás la sana competencia por la nota. Queda ahí para la reflexión.

A dos días de aparecida la nota respecto a la violencia, el presidente fijó un plazo de seis meses para mejorar las condiciones de seguridad. Lo cual, dados los niveles tan altos de violencia, suena bastante precipitado. Y es que los resultados de una nueva política pública no son inmediatos, la maduración y los resultados aparecen tras periodos que pueden ser más prolongados de lo que quisieran los gobernantes. Basta voltear a ver el caso del inicio de la guerra contra el narco. El arranque de esta guerra que emprendió Felipe Calderón lo marca la 'Operación Conjunta Michoacán', lanzada el 11 de diciembre de 2006, y que de ahí se reprodujo rápidamente en otros estados. Pues bien, el incremento en la violencia como reacción a esta política comenzó a notarse hasta inicios de 2008, ¡un año después! como puede verse en las gráficas, cuando el número de homicidios rebasa el millar. Es de esperarse que el efecto contrario, de apaciguar al país, tenga un periodo de maduración, que permita ver resultados, aún mayor. Ojalá que el plan del gobierno federal brinde buenos resultados, para beneficios de todos. El presidente López Obrador cuenta con una ventaja que no tuvieron otros, y es la legitimidad que le otorgaron las urnas al sumar más votos que todos sus contrincantes juntos. No tiene, pues, necesidad de lanzarse precipitadamente en acciones producto de planes al vuelo para conseguir esa legitimidad que tal vez precipitó a Calderón, —luego de unas elecciones reñidísimas—, y al país de paso, al precipicio.

La Paradoja

El presidente Andrés Manuel López Obrador ha expresado varias veces que la inseguridad es una herencia de los gobiernos anteriores pero que en este sexenio se solucionará el problema. Supongamos que en un año pudiera disminuir el número de homicidios a los mejores niveles del tiempo de Vicente Fox, esto es, a 1,000 homicidios al mes, y lo mantuviera ahí hasta el final de su sexenio. Tendríamos entonces algo parecido a la proyección (I) de la gráfica 3 (línea verde). En ese caso, terminaría su periodo con 85 mil muertos, una cifra inferior a la de Felipe Calderón, pero aún así, superior al de la otra bestia negra del presidente: el mismo Vicente Fox, que terminó con un acumulado de 75 mil muertes. Una proyección más conservadora, en la que lograra ir disminuyendo el número de muertes violentas en la misma medida en que se incrementaron con Peña Nieto (proyección II, línea naranja), hasta llegar en cuatro años a un nivel de 1200 muertes por mes y a partir de ahí lograra mantenerla hasta terminar el sexenio, produciría 120,000 muertos acumulados en el periodo, cifra superior a la de Felipe Calderón, dejando así sólo a EPN con peores números. Un tercer escenario que desde luego nadie desea es el de la proyección (III), que sólo prolonga la tendencia que vino arrastrando Peña Nieto al final de su sexenio. Esta nos llevaría a terminar con 290 mil muertes violentas en 6 años. 

03. Se hacen apuestas
Una cuarta proyección, que no se muestra en la gráfica, y que yo considero la más realista dentro del optimismo, es aquella que redujera la violencia desde los niveles actuales al ritmo que observamos entre 2011 y 2014 (entre los puntos C y D) y que es la única disminución sostenida que se ha logrado desde que se inició la guerra contra la delincuencia organizada. En este caso, llevaría el nivel actual de muertes de 2800 a 1000 para diciembre de 2024. En este escenario, lograría pacificar de manera paulatina al país, ubicarlo en el mismo nivel en que lo dejó Vicente Fox, y sin duda, recibiría el reconocimiento de propios y extraños. Pues bien, aún en ese caso, habría acumulado en su sexenio 135,000 muertes, las mismas que Peña Nieto. Compartirían ambos, para la historia, el haber gobernado en los sexenios más violentos. 

Pues he ahí la paradoja, aún cuando el presidente cimentó gran parte de su retórica en denunciar la inseguridad y condenar el elevado número de muertos durante el sexenio de Calderón y de Peña Nieto, es muy probable que su sexenio rebase el número de asesinatos del primero, y quede quizá muy cercano al del segundo. La situación y las conclusiones no serán las mismas, por supuesto. Las palmas y el reconocimiento serán para el que deshaga el nudo gordiano de la inseguridad. El análisis que se haga en el futuro, libre de apasionamientos y con la perspectiva que da la lejanía, habrá de señalar las causas que nos llevaron a este infierno y por supuesto, también a sus autores.

Trivia

Este 2019 se estarán cumpliendo 500 años de muchos sucesos históricos relacionados con la conquista de México-Tenochtitlán. La llegada de Hernán Cortés a San Juan de Ulúa en Veracruz fue conmemorada ayer, 22 de abril. Entre esos sucesos de hace cinco siglos tenemos, por ejemplo, la masacre de Cholula, el 19 de octubre de 1519, en la cuál se estima que los españoles asesinaron, en una sola tarde, a 6,000 guerreros en pleno mitote (mujeres y niños no se contaban en aquellos tiempos). Así que quienes dicen que 8,737 muertes violentas en tres meses (número erróneo como ya hemos dicho) es el nivel más alto de nuestra historia, lo único que demuestran es que no saben, precisamente, de historia.