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miércoles, 28 de diciembre de 2011

Moby Dick o la Atracción del Abismo

Cuando miras mucho tiempo un abismo,
el abismo también te mira.
— Nietzsche.

'Blood and thunder' del álbum 'Leviathan' (2004) de Mastodon 

Llámenme Ismael. Hace algunos años -no importa cuántos, exactamente- con poco o ningún dinero en los bolsillos, y nada en particular que me interesara en tierra, pensé darme al mar y ver la parte líquida del mundo.
Así inicia [1] un viaje al corazón de la locura llamado Moby Dick, piedra angular de la llamada Gran Novela Americana –por la cantidad de páginas, lo es– que nos muestra y envuelve en el ánimo destructor de un hombre, antes recto y justo, para dar forma a una de las sagas que más hondo han calado en el imaginario popular (Los SimpsonFamily Guy o el DJ Moby dan muestra de su vigencia).
Escrita y aparecida en 1851, la historia es una válvula de escape a las experiencias, propias y ajenas que el autor, Herman Melville, tuvo oportunidad de recoger a lo largo de sus viajes como marinero de la flota norteamericana. Dos se reconocen inmediatamente, el hundimiento del ballenero Essex y la cacería de Mocha Dick. Sin embargo, aunque a primera vista parezca sólo un relato de aventuras, pronto se descubre que bajo la superficie habita algo más obscuro.
El primer giro inesperado proviene del nombre mismo del libro, pues tras pocas páginas descubrimos que el protagonista de la historia es en realidad el capitán Ahab, o más bien, su obsesión transformada en locura. Cazador de ballenas de Nantucket con pata de marfil (de cachalote, por supuesto) jura venganza contra la bestia marina que lo dejó inválido (no podía ser otra que Moby Dick) y tras dolorosa convalecencia se apresta a destruir al monstruo que para él es encarnación de todo cuanto hay de malvado y grotesco en el mundo. Desde ese momento, la travesía del Pequod deja de ser un viaje de caza comercial para convertirse en una cruzada de exterminio contra el mal.
Y aunque la famosa ballena albina sólo aparece hasta los últimos capítulos, desde el inicio su sombra se cierne sobre todos. Es inspiración y meta, inicio y fin de todo esfuerzo, pues si bien la obsesión de Ahab por el leviatán es en principio personal, pronto la fuerza de su locura permea entre la tripulación, convirtiéndolos a todos en un solo ser cuyo único objetivo es la destrucción –a pesar de intuir que tal vez sea la suya propia–  de Moby Dick.
Obra enciclopédica y abundante en descripciones, nos ilustra lo mismo sobre barcos balleneros, que sobre el mercado accionario que permite la propiedad pública de las naves, pasando por el reclutamiento de la tripulación y los pagos como fracciones sobre las ganancias, hasta los distintos tipos de arpones, y el funcionamiento de gavias, jarcias y aparejos. Entramos al interior de diversas especies de ballenas, conocemos su anatomía y su comportamiento, los lugares donde se alimentan y donde pasan las distintas épocas del año. Se nos describen las supersticiones de los hombres de mar, diferentes en razas y lenguajes pero emparentados por su visión elemental del mundo, capaces de matar o dispuestos a morir obedeciendo, y sin embargo, temerosos del vuelo de un albatros o de la desmagnetización de una brújula.
Sin embargo, las descripciones más importantes ahondan en la psique y en el alma de los personajes, para dar cuenta cabal del cuadro emocional en que se desenvuelve la historia: los pequeños presagios que sólo pueden señalar desgracia, el abandono de la propia voluntad en manos de un capitán al que todos ven hundirse en su obsesión, la plena conciencia de que el único destino posible es la desgracia, pese a lo cual no lo rehuyen, sino que se abalanzan hacia él. Y en cumplimiento de una profecía, al modo de las tragedias griegas, el desenlace rápido y apoteósico. Tal es el relato de Ismael.
Referencias
  • Moby Dick o La Ballena Blanca. Herman Melville. 1851. [Traducción de Enrique Pezzoni. 1970].
  • Moby Dick. 1956. Clásico del cine hollywoodense con Gregory Peck encarnando a Ahab.
  • Ocean Odyssey. 2008. Mientras leía Moby Dick durante un largo trayecto al norte, en el autobús en que viajaba exhibieron este video, excelente documental de la BBC de Londres que da seguimiento a la vida y penurias de un cachalote, desde su nacimiento hasta su muerte. ¿Así o más coincidencia?.

[1]  Call me Ishmael, es una de las aperturas más conocidas en la literatura norteamericana.