Páginas

lunes, 2 de septiembre de 2019

¿Aumentó la luz? Precios nominales versus precios reales


En uno de los spots rumbo al primer informe de gobierno, el presidente de la república afirma que no han aumentado los precios de los combustibles y la energía, cumpliendo así uno de sus compromisos de campaña. De hecho, esta promesa fue motivo de controversia desde que fue lanzada. En abril de 2018, el entonces candidato López Obrador ofreció: "se van a congelar [...] los precios de la gasolina, la luz, el gas. Ese es el compromiso". Poco después, Gerardo Esquivel, entonces asesor económico del candidato, hizo algunas precisiones: "la propuesta [...] de congelar, los precios en términos reales, sí es viable". Más adelante, durante la transición, Carlos Urzúa confirmó: "en términos reales no se va a incrementar [el precio], pero en términos nominales sí, por la inflación". Y la clave está en esas dos palabras: 'términos reales'. En economía, y en este contexto, la expresión básicamente indica que los aumentos serán menores o iguales a la inflación, para restituir a los precios su valor adquisitivo.

Inflación y poder adquisitivo

Cuando hacemos un préstamo a un amigo, y éste nos paga al poco tiempo, seguramente no pensamos que hemos perdido dinero; pero si nos dice que nos paga en tres años, inmediatamente pensaremos que cuando eso suceda, nuestro dinero va a valer menos, o mejor dicho, con esa cantidad podremos comprar menos cosas, nuestro dinero habrá perdido poder adquisitivo. Quizá una forma de salvar la situación sea decir, "Bien, te presto lo que cuesta una Big Mac, y dentro de tres años me pagas lo que cueste una Big Mac". Lo esperado será que la hamburguesa aumente gradualmente de precio, esto es, la inflación, incrementando el monto que nuestro amigo debe pagar por adquirirla, pero en términos reales, nosotros no estaremos obteniendo ninguna ganancia con ese préstamo, ya que al recibir el pago, sólo nos alcanzará para comprar la misma hamburguesa. Es decir, mantenemos el poder adquisitivo de nuestro dinero. Pues bien, a eso se refería la promesa de campaña de no incrementar los precios de combustibles y energéticos en términos reales, es decir, se cobrará por ellos el precio de una canasta de bienes externa, sin cobrar más allá de lo que cueste comprarla.

El caso de la luz

Figura 1. El recibo de luz especifica el precio del kWh doméstico básico

Verificar si ha subido el precio de la luz es muy sencillo. Sólo hay que comparar los aumentos (en caso de que hubiere) en el precio del Kilowatt Hora (kWh), y si estos son menores o iguales a la tasa inflacionaria, entonces podemos decir que efectivamente no ha habido aumento del precio en términos reales. Si por el contrario, el aumento en el precio del kWh es mayor al de la inflación, podremos afirmar que tanto en términos nominales como reales, la luz ya subió. Las tasas inflacionarias son registradas por el INEGI de manera mensual, así que sólo debemos agruparlas por bimestre, que es como realiza el cobro CFE. El costo del kWh aparece desglosado en nuestro recibo de luz. En este caso, utilizaremos el costo del kWh básico, servicio doméstico, en la zona centro del país, que es el precio que pagan los hogares por las primeras 150 unidades consumidas en el bimestre.

Precios nominales

Figura 2. Precio nominal del kWh e inflación general

La gráfica anterior muestra el precio nominal del kWh desde diciembre de 2009. Podemos apreciar que durante los dos primeros años del sexenio de Enrique Peña Nieto, el precio del kWh escaló una senda marcada desde la administración de Felipe Calderón, siguiendo prácticamente la trayectoria de la inflación general. En 2015, hubo un cambio en su evolución, que básicamente consistió en bajar un poco el cobro y luego mantenerlo constante el resto del sexenio. Al comienzo de 2019, ya en la administración de López Obrador, vemos que nuevamente el precio nominal comienza una escalada con aumentos bimestrales.

Precios reales

Figura 3. Precios nominal y real a través del tiempo del kWh doméstico básico
La figura 3 nos muestra el precio nominal así como el precio real considerando la inflación general. Observamos que el precio real (resultado de dividir el precio nominal entre el índice inflacionario) entre diciembre de 2009 y diciembre de 2014 se mantiene alrededor de $0.680/kWh (a precios constantes de diciembre de 2009). Es decir, en este lapso, aunque el precio nominal aumentaba, el precio real se mantenía casi constante, porque como vimos en la figura 2, el aumento en los precios nominales durante este periodo prácticamente seguía la senda de la inflación general. En otras palabras, se buscaba cobrar una cantidad que mantuviera el poder adquisitivo del kWh. De enero de 2015 a diciembre de 2018, observamos que el precio real se mantiene en descenso continuo. Esto se debe a que en este periodo el precio nominal se mantuvo constante mientras la inflación mantuvo su evolución alcista. Durante cuatro años todos los bienes y servicios fueron subiendo de precio mientras CFE seguía cobrando lo mismo, es decir, el precio del kWh se abarató respecto a lo que costaba todo lo demás en el mercado. Finalmente, a partir de enero de 2019, ya en la administración del presidente López Obrador, vemos que el precio real del kWh inicia un camino ascendente, esto es, crece aún más que la inflación. Su precio aumenta en mayor proporción que la de los demás bienes y servicios en el mercado. Si bien el aumento puede parecer trivial, la verdad es que el precio real ha crecido un 2%, lo cual es un 50% mayor a la tasa anual de inflación para este año, que ronda el 4%. Por lo tanto, podemos decir que contrario a lo que afirma el presidente López Obrador, al menos la luz sí ha aumentado de precio, tanto en términos nominales como reales. 

Consideraciones y preguntas

¿Qué llevó a la administración de Peña Nieto a disminuir primero y a congelar después el precio nominal de la luz?, ¿fue acaso el descenso en la aprobación de los ciudadanos durante todo 2014?. Como sea, dado el tamaño del subsidio eléctricomantener congelado el precio del kWh parece irresponsable, por decir lo menos. Y ya ni mencionar el aumento en deuda del sexenio peñista. Dicho lo anterior, ¿debería el precio del kWh ubicarse en al menos el nivel que tendría de haber seguido la trayectoria inflacionaria como venía ocurriendo desde tiempos de Fox? 

Figura 4. Precio mínimo que debería tener el kWh
La figura 4 muestra que el precio del kWh debería ser de por lo menos $0.980 en lugar de los $0.560 actuales, para que en términos reales costara lo mismo que en 2009. Dicho de otra manera, hoy día, el precio real que pagamos por la luz es mucho menor que en tiempos de Calderón, no porque López Obrador así lo decidiera, sino porque ahí nos llevó la irresponsabilidad de Peña Nieto. Ubicar de golpe el precio en $0.980 implicaría un aumento de 40%. Definitivamente una medida impopular, pero que liberaría recursos que van al subsidio eléctrico y pudieran destinarse, por ejemplo, a la construcción de infraestructura.

¿La intención de que la luz vaya aumentando más que la inflación obedece a buscar una convergencia con el precio que por lo menos debería tener de no haberse congelado? Si fuera el caso, el aumento no es suficiente para lograrlo pronto. ¿La instrucción es entonces mantener constante el precio real del fluido eléctrico? Si es así, no se está cumpliendo con limitar los aumentos al crecimiento inflacionario. Quizá lo mejor sería emitir criterios claros que definan los aumentos y saber a que atenernos. Por lo pronto, y en todo caso, el aumento sí demuestra, y volvemos a la promesa de campaña, que no se ha cumplido con congelar el precio de la luz.

Fuentes
  1. Recibo doméstico. Comisión Federal de Electricidad. 
  2. Sistema de información económica. Índice Nacional de Precios al Consumidor.
  3. Índice de Precios al Consumidor y sus componentes. INEGI.