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miércoles, 15 de junio de 2011

Novela de la Revolución Mexicana (I) - La Generación Creadora

Katharsis (1935) de José Clemente Orozco, Palacio de Bellas Artes

Inclinado hacia la Revolución Mexicana —después de todo el coco wash de las fiestas centenarias— empecé a buscar algo sobre el tema. Intentando un mejor entendimiento, me enfoqué en la denominada 'Novela de la Revolución Mexicana', que a pesar del nombre no se restringe a este género, sino que en ella encontramos biografías, memorias, ensayos, cuentos, etc. Apoyándome en la clasificación de Seymour Menton [1], comencé la lectura de La Generación Creadora, compuesta por aquellos autores nacidos entre las décadas de los 70's y 90's del siglo XIX, que conocieron en su infancia la dictadura pacífica y próspera de Profirio Díaz, que como jóvenes se entusiasmaron con Francisco I. Madero y que aplaudieron la caída del dictador. Entre ellos destacan:

  • 1.   Los de Abajo (1916), de Mariano Azuela.
Esta novela retrata el vivir de una gavilla de renegados, bajo el mando de Demetrio Macías, que deciden unirse a las fuerzas de Villa. Azuela retrata aquí los arquetipos clásicos de quienes participan en la revuelta. El caudillo ignorante y analfabeta, que prueba el poder y se pierde con él. El intelectual metido a demagogo, siempre acomodaticio ante los poderosos. El joven idealista que poco a poco - y sin darse cuenta - va dejando atrás la pureza de sus intenciones ante la dureza de la realidad. La plebe que pese a todos sus penares nunca sale del sufrimiento ni de su ignorancia, pues bien a bien, no saben ni por qué pelean. Esto bajo una sombra del fatalismo que todo lo envuelve, pues a final de cuentas, nunca las más altas intenciones duran mucho ante la barbarie.

Obra que recoge las memorias del autor entre 1913 y 1915, cuando por su adhesión a la lucha contra el asesino Huerta, conoce de cerca a los principales protagonistas de la resistencia, de Carranza a Zapata, de Obregón a Felipe Ángeles. Asesor y consejero de los dos Presidentes de la República que nombró la Convención - Eulalio Gutiérez y Roque González Garza - pasó a ser el secretario particular de Francisco Villa. Narrado en forma de diálogos, es una forma mucho más fértil de entrar al estudio de la historia, al conocer el lado humano —con sus claroscuros y contradicciones— de los personajes que pueblan nuestros libros de historia. (Una anécdota respecto al sueño narrada por Pancho Villa me parece portentosa).

  • 3.   La Sombra del Caudillo (1929), de Martín Luis Guzmán.
Novela del mismo autor de 'El Águila y la Serpiente', narra la lucha por el poder entre los favoritos de El Caudillo, lucha que termina abruptamente cuando el Máximo Jefe toma partido por uno de ellos. Lo impresionanate de la novela es su vigencia, pues salvo quizá el trágico fin, pareciera una descripción de lo que hoy acontece en politica. Muestra en toda su intensidad las motivaciones, el actuar, las pasiones, la incertidumbre, la traición y todo en cuanto a naturaleza humana se refiere, presentes cuando en el hombre surge el deseo de poseer el poder.

  • 4.   Mi caballo, mi perro y mi rifle (1936), de José Rubén Romero.
En Romero encontramos la desilusión de la revuelta, al ver cómo los que llegaron al último, los que nunca empuñaron un rifle, e incluso los que en el inicio eran el enemigo, son los primeros en reclamar el fruto de la lucha armada. Esta tristeza trocada en amargura, se hace patente en su obra post revolucionaria y queda fabulada en esta novela quizá como en ninguna otra. —¿Quiere decir que estoy perdido? ¿que mi lucha es estéril? ¿cómo podré avanzar así, si me acecha el odio del poderoso y voy del brazo de la misma muerte?... En la experiencia de Romero, el pueblo queda al final destrozado por el arma, mientras que el rico y poderoso conservará,  a pesar de todo, el poder.

  • 5.   La vida inútil de Pito Pérez (1938), de José Rubén Romero.
La narración de Jesús Pérez Gaona —mal llamado Pito Pérez— sobre su vida y obra, y las conclusiones que de ellas extrae, describen al México provinciano, mueven a diversión y llaman a la reflexión sobre las costumbres sociales. Pito es un pobre vagabundo que se mueve por el mundo tratando de ser libre de toda atadura, lo que lo lleva a ser libre hasta de dineros por lo que siempre anda corto de plata. Su postura ante la vida recuerda a la de Diógenes, el cínico, que paseaba por el mercado de día, con un candil en la mano, buscando a un hombre honrado. Perseguido por la mala suerte, 'desde chamaco' según dice, tiene un vicio ternario, vagabundear sin rumbo por su Michoacán querido, adorar a Dionisios con sus frecuentes ingestas de vino y decir la verdad tal cual la ve.

Antes que la lujuria, conocí la soberbia. A los diez años ya me sentía único y llamado a guiar. De una franqueza difícil de encontrar en un ejercicio autobiográfico, Vasconcelos desgrana su mito para ir descubriendo al hombre. Sin detenerse a calificar, narra sus recuerdos aún cuando las buenas conciencias puedan llamarse a escándalo.

Inclinado desde pequeño a la búsqueda del conocimiento —Yo quería ser un filósofo, ¿cuándo llegaría a ser un filósofo?— no es de los que se sepultan en la biblioteca. —Debo a Campeche y a su gimnasio, antebrazos, bíceps y hombros que me han durado toda la vida. Católico fervoroso en su niñez, confiesa con dolor: —perdí la fe cuando murió mi madre. Sin la piedra de toque materna, se vuelca a la persecución del anhelo, al estudio incesante. Sigue a Henriquez Ureña y analiza y medita a Homero, Virgilio, Shakespeare, Goethe, pero es Dante quien lo cautiva.

Estudiante pobre, conoce la pasión, no vayas a traer honradas, es la consigna. Y por ello casi se pierde. Obsesionado por una 'mercenaria' y 'tirados los libros y agobiado de deudas', a punto está de abandonar la universidad. Pero su búsqueda se impone. Ingresa a la masonería, explora el espiritismo, devora las grandes obras religiosas de la humanidad. Participa en el Ateneo de la Juventud, donde es atormentado por sus pobres resultados como escritor; y cuando alguien se atreve a cuestionar: —y tú ¿qué escribes?, ¿qué haces?, él sentencia: —Yo, pienso (ni la muerte, al parecer, le quitaría ese pesar).

Su práctica como abogado corre sin pena ni gloria. Inflamado con el espíritu de cambio enarbolado por Madero, se convierte en vicepresidente del Partido Antirreeleccionista. Acuña la frase "Sufragio Efectivo, No Reelección". Decepcionado por no haber sido llamado al Congreso maderista como diputado,  duda en ser político de tiempo completo. Hace negocios, maneja su bufete... y conoce el amor: Hermosura punzante como la de una rosa. Hombre casado y con hijos, no se niega a vivir su dicha ni esconde su nueva felicidad, y sólo la Decena Trágica lo saca de su ensueño.

Los primeros 33 años de vida de  El Maestro de la Juventud de América encuentran acomodo en este tomo inicial de sus memorias, mostrando - según Sergio Pitol - una luminosidad, una pasión y una inocencia que no volverán a aparecer en los siguientes volúmenes, aunque eso... eso aún no lo compruebo.
...

La llamada Generación Creadora de la Novela Revolucionaria, sufre de una desilusión que se trasluce en toda su obra creativa. Azuela deja correr la ironía, al hacer que Macías contemple la masacre de su gente, ahora triunfadores y temidos, justo en el lugar donde años antes, él mismo lograra su primer victoria. Pito Pérez se desahoga desde su testamento, "...Lego a la humanidad todo el caudal de mi amargura... ¡Libertad, Igualdad, Fraternidad! ¡Qué farsa más ridícula! A la libertad la asesinan todos los que ejercen algún mando; la igualdad la destruyen con el dinero, y la fraternidad muere a manos de nuestro despiadado egoísmo...".

Martín Luis Guzmán exorciza su ira al novelar la masacre de Huitzilac y darle oportunidad a Francisco Serrano de relatar su ignominiosa muerte en la voz de Ignacio Aguirre. Vasconcelos es, quizá, quien peor logra sobrellevar la amargura. Nunca se recuperaría de los resultados de la campaña presidencial de 1929, donde no sólo se sintió despojado de un triunfo que siempre consideró suyo, sino que su dolor fue aún mayor ante la apatía y la indolencia del pueblo burlado y de los clubes vasconcelistas temerosos.

No hay nada nuevo bajo el sol en cuestiones de naturaleza humana, y la lectura y comprensión de la historia, mucho nos ayudarían a encontrar el rumbo, si les prestáramos sólo un poco de atención.

Referencias
  1. Menton, Seymour. La Estructura épica de "Los de Abajo" y un Prólogo Especulativo. Hispania, Vol. 50, No. 4, Fiftieth Anniversary Number (Dec., 1967), pp. 1001-1011.