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lunes, 22 de julio de 2019

Seguridad pública (II): Tasas contra Números Absolutos

¿Cuál país es más violento, el que registra 100 homicidios por año, o el que registra 30 mil?. La pregunta es capciosa, primero debemos saber de que tamaño es la población de cada país para poder comparar. Ejemplo: en 2017, Bahamas reportó 123 asesinatos [1]. Ese mismo año, en México hubo 28,868 homicidios intencionales [2]. A cualquiera que piense que por estas cifras México es un lugar más violento, empecemos por decirle que la población del archipiélago caribeño en 2017 fue de 395 mil habitantes, mientras que la de nuestro país alcanzó los 123.5 millones. Un simple cálculo nos indica que en Jamaica hubo 31 homicidios por cada 100 mil habitantes, mientras que en México ocurrieron 23 por cada 100 mil personas, es decir, Jamaica presenta un mayor índice de homicidios. Así que el tamaño sí importa. No basta con conocer sólo el número de muertes intencionales, sino que además, hay que saber cuánto representan éstas respecto al total poblacional de ese país.

Comparativa de la tasa de homicidios en varios países
La gráfica anterior muestra la evolución de la tasa de homicidios en México y en otros cinco países a partir del año 2000. Venezuela es por el momento el país más violento de América Latina, al rondar los 90 homicidios por cada cien mil habitantes, superando a Honduras y El Salvador, que hace apenas un lustro se disputaban ese dudoso honor y que en los últimos años han logrado reducir su incidencia delictiva. México ha visto un repunte de la violencia desde el sexenio de Felipe Calderón y sigue al alza, casi a punto de alcanzar los 30 homicidios por cada cien mil personas. Rusia, después de alcanzar precisamente los 30 homicidios dolosos por cada cien mil residentes, ha mantenido una tendencia a la baja hasta casi estabilizarse en 10, sin embargo, cada vez son más fuertes y frecuentes las voces que señalan un esfuerzo desde el gobierno por maquillar las cifras con miras a mejorar su imagen internacional (me resulta llamativa la similitud que una vez más tenemos con Rusia). Estados Unidos ha mantenido su tasa de homicidios alrededor de las 5 unidades desde hace décadas. Y por último, Bahamas, el país de nuestro ejemplo inicial y con el cual también colindan los EEUU, con tasas de criminalidad mayores a las de México y donde una cantidad mayor de norteamericanos mueren a manos de la delincuencia (en términos absolutos y relativos)  y que pese a ello, no ha sido tocado ni por el pétalo de una frase de Trump, a pesar de estar ubicado justo frente a su residencia de Mar-a-Lago en Florida. En el comparativo vemos que si bien nuestra situación es mala, otros la pasan peor (no es un consuelo, por cierto).

Al revisar los niveles de violencia en un país a través del tiempo debemos hacer un ejercicio similar y comparar las tasas y no los números absolutos de homicidios. Ejemplo: En México hubo 12,436 homicidios en 1950, mientras que, recordemos, tuvimos 28,868 en 2017. Nuevamente, al que piense que cada vez estamos peor y que esto es señal del fin del mundo, baste con decir que en 1950, México tenía 25.8 millones de habitantes [3], contra los 123.5 millones de 2017. Calculamos entonces que en 1950 se cometieron 48 homicidios por cada cien mil personas, contra los 23 de 2017. Así que aquellos años en que gobernaba Miguel Alemán Valdés era mucho más fácil encontrar una muerte violenta de lo que es ahora. Por tanto, cuando comparamos el número de muertes en el sexenio de Calderón, con el de Peña Nieto, con el de López Obrador, estamos en realidad cometiendo un error de apreciación. Lo correcto es confrontar las tasas de homicidios —esto es, y repito, el número de muertes intencionales por cada cien mil habitantes—, que hubo en cada uno de los sexenios.

Evolución de la tasa de hoimicidios en México desde 1940
La gráfica superior nos muestra cómo fue calmándose la rabia revolucionaria que en 1940 cobraba aún 70 muertes por cada cien mil habitantes, hasta prácticamente estacionarse en 20 homicidios durante las décadas de los 70's y 80's del siglo pasado. Durante el gobierno de Ernesto Zedillo comenzó una nueva tendencia a la baja que duró hasta que Felipe Calderón iniciara la guerra contra las drogas. Así las cosas, podemos decir que pacíficos, pacíficos, nunca hemos sido, pero también nos muestra que las políticas públicas equivocadas pueden tener costos en vidas y que esta alza súbita y sostenida desde 2007 es un claro ejemplo de ello. La tasa estimada de homicidios para 2019 (una interpolación lineal con datos hasta junio), si bien aún es mayor a la de 2018, ya no muestra una pendiente ascendente tan marcada. Ojalá alcancemos pronto el máximo a partir del cual comience el descenso de tan sangrienta cúspide.

Conclusión

El hartazgo y el reclamo de la ciudadanía ante los niveles de violencia es prueba de que los parámetros han cambiado. El tema de seguridad no fue tan importante para Ruíz Cortines o López Mateos, como lo es para el actual gobierno, aún cuando aquellos presentaban un mayor porcentaje de homicidios entre su población. El ciudadano actual ya ha vivido en la época más pacífica de que se tengan registros: el primer sexenio panista (incluidos aquellos que recién se integran al padrón electoral y que vivieron su primera infancia en la administración foxista), además, el conocimiento que de otras latitudes nos permite la internet, nos corrobora que se puede vivir en paz. Así que está bien exigir políticas públicas eficientes, está bien reclamar resultados, pero también debemos entender que aún cuando se implemente la mejor estrategia, ésta tardará en madurar y mostrar sus frutos. Hagamos votos porque el gobierno federal instrumente buenas políticas públicas contra la violencia y que éstas alcancen pronto sus metas.

Fuentes:
  1. The World Bank
  2. Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública 
  3. INEGI